jueves, 15 de julio de 2010

MODELOS EDUCATIVOS UNIVERSITARIOS: COMPONENTE PEDAGÓGICO.

Un modelo educativo es una representación conceptual y gráfica del fenómeno en estudio, fundamentada en la ciencia y en la realidad empírica. Su finalidad es explicar los principios, componentes, elementos y relaciones para una mayor comprensión ésta. Los componentes de un modelo educativo son el modelo pedagógico, el curricular y el didáctico.

Un componente es la parte de un todo, que contribuye a dar funcionalidad a un proceso macro que en este caso es el modelo educativo. Cada uno de estos componentes tiene autonomía, por tanto, desarrolla su propio proceso, un proceso micro y, a la vez complementa a los demás, conformando una unidad, un solo proceso.

El componente pedagógico está fundamentado en la Pedagogía, cuyas bases epistemológicas están en los aportes de Sócrates, Platón, Aristóteles, Santo Tomás de Aquino, Juan Amos Comenio (Didáctica Magna), E. Kant y Herbart. Fue F. Herbart, en el siglo XIX, quien edificó la Pedagogía como ciencia teniendo en cuenta los aportes de la filosofía y la psicología, definiendo como su objeto de estudio la educabilidad del hombre.

En la actualidad, la Pedagogía es una ciencia que tiene por objeto de estudio el proceso formativo del hombre en sus tres dimensiones: instructiva, educativa y desarrolladora (Alvarez, 1998). Tales dimensiones comprenden los conocimientos, las habilidades y los valores; siendo la exigencia de esta ciencia, que la formación de la persona incluya de manera integral y equilibrada estas tres dimensiones.

Según De Zubirías (2004) los apuntes de un estudiante, los textos que usamos, un tablero con anotaciones, la forma de disponer el salón o simplemente el mapa o el recurso didáctico utilizado, nos dicen mucho más de los enfoques pedagógicos de lo que aparentemente podría pensarse. Son en realidad la huella inocultable de nuestra concepción pedagógica. Se entiende, que en la anterior idea las prácticas cotidianas del aula de clase son las manifestaciones materiales de un modelo pedagógico que de manera implícita se encuentra en las acciones didácticas de los maestros. Es decir, que el docente posee un discurso teórico-implícito que da soporte a sus prácticas de enseñanza.

Los pedagogos clásicos y modernos se han preocupado por responder, al menos, estos cinco interrogantes fundamentales (Florez, 2000): a) qué tipo de hombre interesa formar; b) cómo o con qué estrategias técnico-metodológicas; c) a través de qué contenidos, entrenamientos o experiencias; d) a qué ritmo debe adelantarse el proceso de formación; y e) quién predomina o dirige el proceso, si el maestro o el alumno. Aunque estas interrogantes son invariantes, las respuestas a ellos varían en cada obra pedagógica, asumen diferentes valores en la multiplicidad de contextos sociohistóricos y culturales, bajo rótulos más o menos constantes como los parámetros arriba mencionados. Estas categorías variables se articulan e interrelacionan con diferentes énfasis de acuerdo con los valores que asumen en cada construcción teórico-pedagógica, dando origen a múltiples combinaciones dinámicas que llamaremos en adelante modelos pedagógicos.

Los modelos pedagógicos más conocidos y que se han desarrollado en la universidad son: el clásico, el conductista, el cognitivo y el constructivista. El modelo pedagógico clásico enfatiza en la transmisión de conocimientos, el conductista en la modificación de las conductas expresadas en el logro de objetivos y resultados (se fundamenta en sólo dos componentes: Estímulo – Respuesta), el cognitivo orientado a la modificación de las estructuras cognitivas y proceso mentales en los sujetos (Estímulo – Organismo – Respuesta), el constructivista que enfatiza en el aprender a aprender, en la construcción de los aprendizajes (Estímulo – Mediador – Organismo – Respuesta).

Las referencias descritas, son sólo un acercamiento a la riqueza teórica que sustenta la formación de la persona, todos los modelos pedagógicos se han preocupado del aprendizaje y han aportado lo suyo, destacable en su momento y contexto, incluso presentes hasta la actualidad como invariantes de muchos modelos educativos. El principio de complementariedad, como no puede ser de otra manera, permite que en la universidad coexistan variadas prácticas docentes y, siempre que sumen a la formación integral de la persona son totalmente válidas y respetables.

Para la universidad, la diversidad de fundamentos pedagógicos es una fortaleza que ha posibilitado, durante su historia, el desarrollo y la innovación de la docencia, la investigación y la extensión. Siendo ésta la esencia de la universidad, en este modelo educativo, fundamentamos la formación de personas y mejores profesionales, en diversas teorías educativas que constituyen un marco amplio para el desarrollo curricular y didáctico.